A finales del pasado mes de marzo, Paco Belmonte, el nuevo Valdano pepinero, sabía que se haría cargo de la dirección deportiva del Leganés. La salida de Duque y la irremediable recuperación del equipo --luego Vara demostró lo contrario-- permitieron a Felipe Moreno telefonear a Murcia para confirmar la evidencia. Su llegada al club se produciría en mayo, como ha sido, y el entrenador vendría de su mano, algo que confirmó ayer el Lega mediante su página web.
Resulta curioso que Miguel Rivera, el nuevo entrenador del Leganés, sólo ganase un partido de los últimos siete con el Caravaca, undécimo clasificado en el grupo IV de la Segunda B. ¿Sabía Rivera que vendría al Lega justo después del cese de Luis Ángel Duque? ¿De qué sirvió el esfuerzo de Agustín Vara? ¿Estaba todo planificado independientemente del desarrollo de la temporada? Esa única victoria llegó además por obligación. El Caravaca se midió al Marbella, penúltimo clasificado.
Todo concuerda para pensar que la trama estaba liada desde más allá del mes de marzo, pero hasta aquí podemos contar. El Lega comienza ahora un proyecto sólido, con buenos mimbres y en el que parece no tendrán cabida muchos de los jugadores que tanto hemos gritado en Butarque. Es normal, lícito y legítimo. El Leganés ilusionará, como siempre, y lo hará con jugadores de cartel, de renombre en la división de bronce. Esto es quizás lo mejor de todo lo que se está cocinando.
Tras la presentación la pasada semana de Paco Belmonte, quién pronto se intentó ganar a las peñas justificando lo injustificable --la no renovación de Vara-- el periodista murciano y hombre de fútbol ha tardado una semana en presentar a Rivera, quién ya estaba más que cerrado días atrás. El director deportivo blanquiazul se basa en su desapego a la plantilla para tomar decisiones 'profesionales' que hubieran costado mucho de otra forma. Es el caso de la no continuidad de Rubén Durango.
Así, Rivera será el responsable del banquillo del Lega. A sus 49 años, ha entrenado a las categorías inferiores del Málaga, al extinto Linares, al Ejido y al Caravaca, de donde procede. Según me cuentan es un tipo raro, con sus manías, pero con la principal obsesión por que las cosas salgan bien. Es de aquellos que obligan al vestuario a jugar al 'amigo invisible' y apuestan por ese tipo de actividades. Por ahí se empieza, pero que sea muy consciente de que deberá mejorar los guarismos y el cariño de Vara.
Resulta curioso que Miguel Rivera, el nuevo entrenador del Leganés, sólo ganase un partido de los últimos siete con el Caravaca, undécimo clasificado en el grupo IV de la Segunda B. ¿Sabía Rivera que vendría al Lega justo después del cese de Luis Ángel Duque? ¿De qué sirvió el esfuerzo de Agustín Vara? ¿Estaba todo planificado independientemente del desarrollo de la temporada? Esa única victoria llegó además por obligación. El Caravaca se midió al Marbella, penúltimo clasificado.
Todo concuerda para pensar que la trama estaba liada desde más allá del mes de marzo, pero hasta aquí podemos contar. El Lega comienza ahora un proyecto sólido, con buenos mimbres y en el que parece no tendrán cabida muchos de los jugadores que tanto hemos gritado en Butarque. Es normal, lícito y legítimo. El Leganés ilusionará, como siempre, y lo hará con jugadores de cartel, de renombre en la división de bronce. Esto es quizás lo mejor de todo lo que se está cocinando.
Tras la presentación la pasada semana de Paco Belmonte, quién pronto se intentó ganar a las peñas justificando lo injustificable --la no renovación de Vara-- el periodista murciano y hombre de fútbol ha tardado una semana en presentar a Rivera, quién ya estaba más que cerrado días atrás. El director deportivo blanquiazul se basa en su desapego a la plantilla para tomar decisiones 'profesionales' que hubieran costado mucho de otra forma. Es el caso de la no continuidad de Rubén Durango.
Así, Rivera será el responsable del banquillo del Lega. A sus 49 años, ha entrenado a las categorías inferiores del Málaga, al extinto Linares, al Ejido y al Caravaca, de donde procede. Según me cuentan es un tipo raro, con sus manías, pero con la principal obsesión por que las cosas salgan bien. Es de aquellos que obligan al vestuario a jugar al 'amigo invisible' y apuestan por ese tipo de actividades. Por ahí se empieza, pero que sea muy consciente de que deberá mejorar los guarismos y el cariño de Vara.
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