Morety
Nos deja una leyenda e historia viva, el que fue estandarte en nuestro festejo de los Caballos del Vino, José Torres Martínez, «José el Habitación». Nació en Caravaca de la Cruz el 9 de enero del año 1927 y falleció el pasado lunes 29 de mayo de 2011. Él marcó una etapa de la historia de los Caballos del Vino y el año pasado fue reconocido por la Peña Al-bino, entregándole las «Ramaleras de Oro Honoríficas». Contamos con testimonios de él recopilados por nuestro amigo Gil López, que, aunque en años posteriores ha intentado obtener más datos sobre su vida le ha sido imposible debido a la enfermedad que padecía.
A «José el Habitaciones», tuve la suerte de conocerlo, caballista, y no de los de postín, fue de los que apostaba por todo el festejo, no era protestón, aunque enclavijara los dientes, aportó con su carácter bonachón y humilde grandes mantos y caballos de su época. Destacar el manto del año 1969 en el que figuraba la cara del Franco en el pecho pretal, en el manto al tío de la pita y al tamboril y en el otro lado el Castillo, adornado con lentejuelas cosidas, era de color lila y causó una gran sorpresa y admiración, ya que allá por donde pasaba se hacia el silencio, ese año se llevo el premio “El Estudiante”, recordar que en aquella época todo lo relacionado con el régimen que había producía un gran respeto. Este manto lo hizo María, la bordadora de los Ciruelos, el costo del trabajo fue un cambio, bordado por trabajo, ya que José era albañil y de los buenos, el cambio fue realizar una terraza de obra y sus escaleras de acceso a cambio del bordado.
Se sentía orgulloso de los premios obtenidos y decía textualmente a la pregunta de que si había ganado premios importantes «Sí, bastantes, en mi casa tengo más de veinte copas, yo no se si decir si eran justas o no, me las han dado y yo me las he llevado»
Junto a él han estado caballistas semejantes a él, de Leyenda, como «el Tomate, el Tines, el Arturo, Antonio el Gamba o el Aceites, su hermano Pedro Torres, el Zeperito… y un largo etc.…. de aquellos caballeros que fueron partícipes de la historia de los Caballos del Vino». Agradecer a José la gran extirpe de caballistas que ha dejado ya que sus hijos e hijas, nietos y nietas y bisnietos siguen la tradición de esta gran persona que nos acaba de dejar. Ya quedan muy pocos entre nosotros, los que nos trasmitieron la pasión y el amor hacia el festejo, siendo siempre parte de su vida los caballos, nos dejan este legado para que sigamos trasmitiéndolo a las próximas generaciones, lo más puro posible.
José tenía otra afición desmedida; le enloquecía el mundo de los toros, tanto que creo que llegó a participar u organizar algún que otro festival, siempre con carácter benéfico puesto que siempre ejerció de persona generosa. Era muy frecuente encontrárselo por esas plazas, de obra o portátiles, siguiendo a este o aquel torero, últimamente al paisano Antonio José «El Rubio».
Amigo José, doy gracias por haberte conocido y allá donde te encuentres seguro que estarás junto a los tuyos, sentado en tu silla de anea, manteniendo conversaciones junto a tus grandes amigos sobre la Cuesta y la yegua, y no dudarás el dos de mayo en asomarte por ese huequito del cielo, a las dos de la tarde, para presenciar tu legado. Y seguro que esa mañana, de las flores más hermosas cogidas junto a tus compañeros en los huertos más sublimes y de los más brillantes rayos de sol, engalanarás tu caballo para encandilar a quien lo mire.
Gracias José…. por tanto como nos diste, por tanto como nos has dejado.
Nos deja una leyenda e historia viva, el que fue estandarte en nuestro festejo de los Caballos del Vino, José Torres Martínez, «José el Habitación». Nació en Caravaca de la Cruz el 9 de enero del año 1927 y falleció el pasado lunes 29 de mayo de 2011. Él marcó una etapa de la historia de los Caballos del Vino y el año pasado fue reconocido por la Peña Al-bino, entregándole las «Ramaleras de Oro Honoríficas». Contamos con testimonios de él recopilados por nuestro amigo Gil López, que, aunque en años posteriores ha intentado obtener más datos sobre su vida le ha sido imposible debido a la enfermedad que padecía.
A «José el Habitaciones», tuve la suerte de conocerlo, caballista, y no de los de postín, fue de los que apostaba por todo el festejo, no era protestón, aunque enclavijara los dientes, aportó con su carácter bonachón y humilde grandes mantos y caballos de su época. Destacar el manto del año 1969 en el que figuraba la cara del Franco en el pecho pretal, en el manto al tío de la pita y al tamboril y en el otro lado el Castillo, adornado con lentejuelas cosidas, era de color lila y causó una gran sorpresa y admiración, ya que allá por donde pasaba se hacia el silencio, ese año se llevo el premio “El Estudiante”, recordar que en aquella época todo lo relacionado con el régimen que había producía un gran respeto. Este manto lo hizo María, la bordadora de los Ciruelos, el costo del trabajo fue un cambio, bordado por trabajo, ya que José era albañil y de los buenos, el cambio fue realizar una terraza de obra y sus escaleras de acceso a cambio del bordado.
Se sentía orgulloso de los premios obtenidos y decía textualmente a la pregunta de que si había ganado premios importantes «Sí, bastantes, en mi casa tengo más de veinte copas, yo no se si decir si eran justas o no, me las han dado y yo me las he llevado»
Junto a él han estado caballistas semejantes a él, de Leyenda, como «el Tomate, el Tines, el Arturo, Antonio el Gamba o el Aceites, su hermano Pedro Torres, el Zeperito… y un largo etc.…. de aquellos caballeros que fueron partícipes de la historia de los Caballos del Vino». Agradecer a José la gran extirpe de caballistas que ha dejado ya que sus hijos e hijas, nietos y nietas y bisnietos siguen la tradición de esta gran persona que nos acaba de dejar. Ya quedan muy pocos entre nosotros, los que nos trasmitieron la pasión y el amor hacia el festejo, siendo siempre parte de su vida los caballos, nos dejan este legado para que sigamos trasmitiéndolo a las próximas generaciones, lo más puro posible.
José tenía otra afición desmedida; le enloquecía el mundo de los toros, tanto que creo que llegó a participar u organizar algún que otro festival, siempre con carácter benéfico puesto que siempre ejerció de persona generosa. Era muy frecuente encontrárselo por esas plazas, de obra o portátiles, siguiendo a este o aquel torero, últimamente al paisano Antonio José «El Rubio».
Amigo José, doy gracias por haberte conocido y allá donde te encuentres seguro que estarás junto a los tuyos, sentado en tu silla de anea, manteniendo conversaciones junto a tus grandes amigos sobre la Cuesta y la yegua, y no dudarás el dos de mayo en asomarte por ese huequito del cielo, a las dos de la tarde, para presenciar tu legado. Y seguro que esa mañana, de las flores más hermosas cogidas junto a tus compañeros en los huertos más sublimes y de los más brillantes rayos de sol, engalanarás tu caballo para encandilar a quien lo mire.
Gracias José…. por tanto como nos diste, por tanto como nos has dejado.
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