Segun el diario la Verdad, Manuel Sanchez abandora el Club Caravaqueño en Junio, tras haber desembolsado en la actual temporada 220.000€.
El futuro no es sólo incierto para los trabajadores de la construcción. También lo es para los equipos murcianos de Segunda B y los jugadores y técnicos que militan en ellos. Si nada asegura que fontaneros, electricistas, mecánicos, costureros, periodistas o mensajeros, entre otros, puedan seguir pagando sus hipotecas a medio plazo, tampoco nadie se lo asegura a los futbolistas que juegan de forma profesional en los equipos de Segunda B, por lo menos en los seis de la Región que militan en el grupo IV.
Cuando la temporada 2009-2010 ha sobrepasado su ecuador, muchos son los equipos en los que se habla más de la continuidad futura o el impago de nóminas que de fútbol. La crisis en general, y la de la construcción en particular, ha espantado a los empresarios que buscaban en el fútbol un pelotazo urbanístico o publicidad y ha dejado a los ayuntamientos, y a algunos bolsillos privados, como únicos sustentadores.
Basta con decir que hace tres temporadas, en pleno apogeo del ladrillo, el Mazarrón subió a Segunda B con un presupuesto final de 1.100.000 euros y con jugadores con fichas cercanas a los 6.000 euros mensuales. En ésta, el Moratalla sobrevive en la categoría con un presupuesto cercano a 400.000 euros y con fichas que en muchos casos no superan los 400 euros.
El caso del Moratalla parece, a priori, el único sostenible, puesto que cuenta con una plantilla modesta y con fichas mensuales que oscilan desde los 400 a los 1.500 euros. La llegada de empresarios como el Camping de La Puerta o Euromarina permite sobrevivir a un club de una población de 5.000 habitantes de la que 400 son socios. Con una aportación municipal de 50.000 euros, parecería un milagro que el club del noroeste pudiera mantener el mismo equilibrio más temporadas.
Si se salva, deportivamente hablando, la llegada inminente de dos nuevos patrocinadores puede empujar para que Moratalla siga en Segunda B.
El Águilas, sin embargo, lo tiene mucho más negro. Pese a tratarse de un club fundado en el año 1900, es en realidad un enfermo terminal. Más por los errores pasados que actuales y que le hacen que su futuro esté hipotecado. Las sentencias a favor de los ex jugadores del Águilas Duro (40.000 euros) y los que reclamaron por clasificarse para la Copa del Rey (30.000 euros) pesan como una losa.
Además, la gestora ha tenido que hacer piruetas para poder avalar los 320.000 euros que la directiva de Antonio Vicente dejó de pagar a la plantilla 2008-2009. Lo peor es que lo ha hecho con el dinero adelantado de las subvenciones de esta temporada y de la futura. El estadio de El Rubial, el más antiguo de España, fue adquirido por el Ayuntamiento aguileño como contraprestación por solventar una deuda del club blanquiazul por importe de diez millones de pesetas.
La recalificación de los céntricos terrenos que ocupa el viejo campo hubiera sido la única vía de escape para el decano del fútbol murciano. La actual gestora ya le ha dicho a la plantilla que no asegura el cobro de sus salarios de aquí al final de temporada. La protesta del pasado domingo, con los jugadores arrodillados durante el primer minuto de juego ante el Melilla, es la guinda al pastel.
Caravaca e Imperial
Una vez abierto el proceso electoral, nadie se ha presentado ni ha mostrado interés por hacerse con el club a pesar de estar firmando una temporada histórica. El Ayuntamiento aseguró en la última asamblea que el Caravaca no tendrá problemas de solvencia de aquí al final de temporada. A pesar de eso, ningún empresario quiere hacerse con el Caravaca una vez que la crisis ha alejado el negocio de El Morao, consistente en quedarse con unos terrenos en pleno centro de la ciudad para hacer viviendas a cambio de construir un campo nuevo con expansión comercial.
El Imperial, por otro lado, es el único equipo de los seis murcianos que depende más del terreno deportivo que del económico. Su futuro en la categoría depende, de primeras, de lo que hagan sus hermanos mayores en Segunda A. Si el equipo de José González desciende a Segunda B, los de Manolo Requena se irían directos a Tercera aunque quedaran al final de Liga entre los cuatro primeros. Tampoco hay que perder de vista el aspecto económico puesto que el Real Murcia se encuentra actualmente en concurso de acreedores y tratándose de Jesús Samper, cualquier cosa puede pasar.
Sangonera y Atlético Ciudad
La pregunta es hasta cuándo soportará su cantera de mármol y granito tan importante desembolso. El auténtico problema del Sangonera, sin embargo, es convivir en su municipio con clubes como Real Murcia, ElPozo, CB Murcia, UCAM etc. Sangonera y su actividad económica, por sí misma, no puede soportar el peso de un equipo que podría aspirar deportivamente al ascenso y desde hace catorce años cuenta con un grupo de empresarios encabezados por los Hermanos Chelines, Hermanos Gregorio o Salvador Espín, entre otros.
La verdad.-
El futuro no es sólo incierto para los trabajadores de la construcción. También lo es para los equipos murcianos de Segunda B y los jugadores y técnicos que militan en ellos. Si nada asegura que fontaneros, electricistas, mecánicos, costureros, periodistas o mensajeros, entre otros, puedan seguir pagando sus hipotecas a medio plazo, tampoco nadie se lo asegura a los futbolistas que juegan de forma profesional en los equipos de Segunda B, por lo menos en los seis de la Región que militan en el grupo IV.
Cuando la temporada 2009-2010 ha sobrepasado su ecuador, muchos son los equipos en los que se habla más de la continuidad futura o el impago de nóminas que de fútbol. La crisis en general, y la de la construcción en particular, ha espantado a los empresarios que buscaban en el fútbol un pelotazo urbanístico o publicidad y ha dejado a los ayuntamientos, y a algunos bolsillos privados, como únicos sustentadores.
Basta con decir que hace tres temporadas, en pleno apogeo del ladrillo, el Mazarrón subió a Segunda B con un presupuesto final de 1.100.000 euros y con jugadores con fichas cercanas a los 6.000 euros mensuales. En ésta, el Moratalla sobrevive en la categoría con un presupuesto cercano a 400.000 euros y con fichas que en muchos casos no superan los 400 euros.
El caso del Moratalla parece, a priori, el único sostenible, puesto que cuenta con una plantilla modesta y con fichas mensuales que oscilan desde los 400 a los 1.500 euros. La llegada de empresarios como el Camping de La Puerta o Euromarina permite sobrevivir a un club de una población de 5.000 habitantes de la que 400 son socios. Con una aportación municipal de 50.000 euros, parecería un milagro que el club del noroeste pudiera mantener el mismo equilibrio más temporadas.
Si se salva, deportivamente hablando, la llegada inminente de dos nuevos patrocinadores puede empujar para que Moratalla siga en Segunda B.
El Águilas, sin embargo, lo tiene mucho más negro. Pese a tratarse de un club fundado en el año 1900, es en realidad un enfermo terminal. Más por los errores pasados que actuales y que le hacen que su futuro esté hipotecado. Las sentencias a favor de los ex jugadores del Águilas Duro (40.000 euros) y los que reclamaron por clasificarse para la Copa del Rey (30.000 euros) pesan como una losa.
Además, la gestora ha tenido que hacer piruetas para poder avalar los 320.000 euros que la directiva de Antonio Vicente dejó de pagar a la plantilla 2008-2009. Lo peor es que lo ha hecho con el dinero adelantado de las subvenciones de esta temporada y de la futura. El estadio de El Rubial, el más antiguo de España, fue adquirido por el Ayuntamiento aguileño como contraprestación por solventar una deuda del club blanquiazul por importe de diez millones de pesetas.
La recalificación de los céntricos terrenos que ocupa el viejo campo hubiera sido la única vía de escape para el decano del fútbol murciano. La actual gestora ya le ha dicho a la plantilla que no asegura el cobro de sus salarios de aquí al final de temporada. La protesta del pasado domingo, con los jugadores arrodillados durante el primer minuto de juego ante el Melilla, es la guinda al pastel.
Caravaca e Imperial
Una vez abierto el proceso electoral, nadie se ha presentado ni ha mostrado interés por hacerse con el club a pesar de estar firmando una temporada histórica. El Ayuntamiento aseguró en la última asamblea que el Caravaca no tendrá problemas de solvencia de aquí al final de temporada. A pesar de eso, ningún empresario quiere hacerse con el Caravaca una vez que la crisis ha alejado el negocio de El Morao, consistente en quedarse con unos terrenos en pleno centro de la ciudad para hacer viviendas a cambio de construir un campo nuevo con expansión comercial.
El Imperial, por otro lado, es el único equipo de los seis murcianos que depende más del terreno deportivo que del económico. Su futuro en la categoría depende, de primeras, de lo que hagan sus hermanos mayores en Segunda A. Si el equipo de José González desciende a Segunda B, los de Manolo Requena se irían directos a Tercera aunque quedaran al final de Liga entre los cuatro primeros. Tampoco hay que perder de vista el aspecto económico puesto que el Real Murcia se encuentra actualmente en concurso de acreedores y tratándose de Jesús Samper, cualquier cosa puede pasar.
Sangonera y Atlético Ciudad
La pregunta es hasta cuándo soportará su cantera de mármol y granito tan importante desembolso. El auténtico problema del Sangonera, sin embargo, es convivir en su municipio con clubes como Real Murcia, ElPozo, CB Murcia, UCAM etc. Sangonera y su actividad económica, por sí misma, no puede soportar el peso de un equipo que podría aspirar deportivamente al ascenso y desde hace catorce años cuenta con un grupo de empresarios encabezados por los Hermanos Chelines, Hermanos Gregorio o Salvador Espín, entre otros.
La verdad.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario